Los sonetos de Lorca

Ni rencor ni envidia: testimonio de un Issero centenario


Joaquín Verdú nació en el barrio cerro Graos en Isso el 4 de febrero de 1914 y falleció hace muy poquito, el 24 de junio de 2015. Un issero centenario extraordinario.
Colaboró con este Archivo municipal en un programa realizado para la recuperación de fuentes orales para el estudio de la Guerra civil en Hellín, a través del programa de becas de la Universidad Creativa, organizadas por el Departamento de Juventud del Ayuntamiento de Hellín, en el año 2006.
En octubre de de ese año, Yolanda Eulalia Verdú Cerezo (autora de la foto) y María José López Sánchez, lo entrevistaron en su domicilio. Joaquín nos cuenta cosas que vivió como novedades, cosas muy dolorosas y tristes, y otras extraordinarias. Merece la pena seguir el relato de sus recuerdos.

Sirva este post como pequeño homenaje de agradecimiento a Joaquín y a su familia. Y le agradecemos a él y a todas las personas mayores lo que nos enseñan. Hemos realizado la transcripción de la grabación, lo más fielmente posible.

Podéis escuchar su voz en este enlace:
Entrevista a Joaquín Verdú


O podéis leer la siguiente transcripción de la entrevista:

Yo tenía seis años cuando me dieron la primera bofetá en la cara y el que me la dio se fue riéndose porque era costumbre cuando se iban al servicio militar (pues es que entonces me espabilé, un poco, pero… sigo siendo tonto). Cuando se iban al servicio militar, se despedían de los amigos y además se les daba una peseta en plata. Eso fue…no sé si fue en el 20 o el 21 del otro siglo, del siglo pasado; y yo le dije un disparate porque es que me dio una bofetá, se fue riendo “para que te acuerdes de mí si es que no vuelvo de la guerra” (se iba a la Guerra de África), eso lo primero.

Me acuerdo, que el primer gramófono que yo vi eran de aquellos que tenían la trompa ancha, y yo… ¡el bicho ese está hablando! me asomé a ver si los veía hablar… pero ¿cómo es posible que esto funcione como funciona y que estén ahí hablando?

¿Cómo se llamaba su padre? Eduardo Verdú González y mi madre Eulalia García Sánchez y mi abuela materna María Antonia Sánchez Íñiguez y mi abuela paterna María González Martínez. Mi madre era de Pozohondo y mi padre era de aquí de Isso. Éramos cinco, quedamos dos. Mi madre tuvo nueve nada más pero murieron cuatro.
Aquellos tiempos eran muy pobres. Los médicos muy ignora…bueno, no había otra cosa porque la medicina era muy limitada. La medicina primitiva que había era, lo primero: cuando te ponías enfermo el médico te recomendaba, encima que no comíamos más que vegetales, que te purgaras con ricino, que era mejor que la carabaña.

Allí la escuela entonces no lo admitían a uno hasta que no tenía 7 años. La escuela estaba a dos kilómetros de mi casa en Isso. Iba por la mañana, pero no había peligro de los coches porque no había. Podíamos circular bien por la carretera, volvía, y por la tarde…total ocho kilómetros al día me andaba yo para ir a la escuela por la mañana y por la tarde.

¿Habréis visto las diligencias? Bueno pues siendo yo pequeño había una diligencia también que ejercía el servicio postal de la Sierra. No sé si de Hellín saldría otra para otro sitio. Iba con unas campanillas, unos caballos, era el servicio postal y el servicio de viajeros, pero a lo mejor no podían… iba siempre vacía porque entonces la gente viajaba poco…Pues yo, me gustaba de verla por aquello de que digo ¡oye, qué bonica es! Llega un día que salgo a ver la diligencia y veo un coche… un autobús entonces y digo pero…pero ¡cómo es posible ese bicho! ¡si no lleva caballos!  Ése es el primer vehículo de motor que yo * ; el primer vehículo que me dejó impresionado. Esto existe, pero cómo puede marchar eso sin motor, es decir, sin caballos.

El primer trabajo es… me coloqué en el restaurante del Tobarreño ahí en la carretera, ahí había un taller de automóviles porque yo es que estuve primero estuve con un médico uno o dos años, de quince, pero no me pagaban, me daban la comida del mediodía y el desayuno por la mañana y ya. Pero después el hombre me colocó en un taller de reparación de automóviles y ahí empecé yo a trabajar. Estuve seis meses sin cobrar y el primer sueldo que yo cobré 1,50 pts y de ahí a cobrar nueve pesetas. Esto era una zona rural. Aquí en Hellín había alpargateros, había una fábrica, una sombrerería, no sé si lo habréis oído, de Baquero. ¿Sabes dónde estaba la “Posada del Tonto? A la derecha, al final, el edificio ése que hay era una posada, pero detrás de ese edificio estaba la fábrica de sombreros de Baquero, don Antonio Baquero. Yo me acuerdo cuando iba en pantalón corto y estaba sacando…de estudiante porque llevaba los libros no como ahora se llevan.

Pues la situación en el campo…muy difícil puesto que los jornales… mi hermano, al Francisco, al mayor de los que éramos, trabajaba… los trabajos hoy están mecanizados pero entonces había que trabajar a mano, hacer todos los trabajos y labrar con un par de mulas; había quien tenía una y tenía una burra y la hacía labrar. En el año 30, no, en el 31 ya se organizó, que yo sepa, el sindicato de la UGT , creo que fue, porque yo no he estado sindicado nunca.
Bueno, durante la Guerra pues estaba todo revuelto en toda España pero antes de la República del 31 aquí no había mítines políticos ningunos porque no había más que dos partidos, aquí, yo me refiero aquí, en estos sitios. Ahora, en las grandes ciudades la gente estaba organizada porque en esas grandes ciudades para unas cosas fue bueno pero para otras, en tiempos difíciles, son malas. Allí estaban organizados y nosotros no, aquí no.
Yo me acuerdo de pensar, entonces no había medios de información, porque ahora tienes cuarenta: teléfonos móviles, todo y además la televisión. Hay algún caso que pasa por ejemplo en Tokyo, o en Singapor o donde sea y lo estás viendo aquí. Entonces era la prensa, porque yo me acuerdo un día, fíjate, que me enteré de la muerte de Joselito de la familia de los toreros del Guerra. Íbamos nosotros a Pozohondo con mi padre, montados en un carro con un mulo que teníamos y al pasar, tú sabes dónde estaba la Eléctrica de Chinchilla, salió un zagal con un periódico publicando la voz, con la cogida y muerte de Joselito en la plaza de toros de Talavera de la Reina, eso sería en el 20. La Guerra entonces la había, pero en África.
Creo que si hubiera hombres de buena voluntad, no habría guerras como todas las guerras que hay, hablando se entiende la gente. La Guerra de España empezó lo primero, lo fundamental, que la gente no comía como pasa en muchos sitios, como les pasa a todos estos que vienen en pateras o vienen de América, es que los expulsan de allí ¿Sabes quién los expulsa? El hambre. La gente vivía con jornales de dos pesetas, al día, trabajando. Mi hermano, como he dicho antes, trabajaba cavando con un legón y ganaba 2,75 pts al día porque tenía trabajo todo el año, le quitaban un real porque le daban trabajo todo el año.
¿Estuvo usted en el frente? Sí
¿Voluntario? No
¿Le llamaron a filas? Me llamaron a filas porque yo estaba, estuve en Madrid la primera vez, me pelaron, pero volví al año. El ojo, no tenía la córnea, el cristalino, me pusieron una cáscara y yo fui precisamente a un fabricante de ojos artificiales humanos y tú me mirabas y no te enterabas. Y claro, pero cuando hice el servicio, cuando me llamaron a Albacete al sorteo y me dejaron para los servicios auxiliares. Los de servicios auxiliares no hacían el servicio pero cuando estalló la Guerra aquí, yo estaba en mi casa. Mi quinta estaba incorporada pero yo estaba de servicios auxiliares pero cuando estaba ya, a lo último que… la última quinta que llamaron fue a los inútiles, a nosotros, porque ya no había gente. Estaba el 40, el 41, bueno estaba el 35 incorporado, el 36, el 37, el 38, el 39, el 40, ¿sabes? Y el 41. Bueno, pues cuando ya no había más para incorporarse nos llamaron a nosotros, porque decían que para apretar el gatillo vale cualquiera. Y yo estuve ocho meses incorporado. Yo me incorporé en el otoño del 37 y me vine aquí en mayo del 38. Yo el invierno del 37 lo pasé casi en el frente. El Batallón Hellín eran voluntarios y yo me fui cuando me llamaron.
Del inicio de la Guerra, os voy a decir cómo me enteré. Uno que tenía una radio, que entonces podía comprársela, los demás no, no podíamos comprarnos un aparato de radio me dice un día, me dice: ¿te vienes que voy a darle agua a mis animales? Y ya, cuando llevábamos un rato, me dice ¿te has enterado de lo que pasa en África? Digo no…Dice, el General Franco que ha sublevado contra el ejército, contra la República ¿os queréis creer que os diga una cosa qué es de verdad? Que aquel día yo, parece ya y hasta la fecha, se perdió, yo la tranquilidad la perdí ya. Parece que yo, me entró la ésta de que… España ya no se iba… iba a pasar algo.
Me acuerdo que bombardearon un día, bombardearon en la estación del ferrocarril. La bombardeó un pájaro, una avioneta, le decían “Paloma Blanca”. Me enteré yo que se llamaba “Paloma Blanca”. Echó una bomba y yo la oí pasar.
En la cárcel, pues os voy a contar lo que me contó mi hermano que había pasado. Él estuvo aquí en el convento de los frailes - no este de la Gran Vía, el otro – Estuvieron ahí mi padre y mi hermano, que estaba la cárcel ahí donde está ahora el Cuartel de la Guardia Civil. Ésa era la cárcel. Yo la he visto hacer. Pues ellos han estado… mi padre estuvo cuatro años. Terminó en la prisión, ahí, ¿cómo se llama? Ahí en la orilla de la carretera… en la Loma. Cuatro años terminó. Estuvo en la cárcel en el Convento, después lo cambiaron aquí a la cárcel y ya desde ahí, el no salió de aquí, se lo llevaron a la cárcel de La Loma.  Eso era una bodega grande, con mucha anchura. Pero a mi hermano el mayor se lo llevaron a Salamanca, después estuvo en un campo de concentración en Extremadura; desde Extremadura se fue, se lo llevaron, me parece que eso pertenece a Santander, a la cárcel de Arenas de Viguña y desde Arenas de Viguña  se lo llevaron a la tabacalera de Bilbao y allí pasaron las de Caín. Menos mal que iban 8 o 9 de Isso juntos y todos los días tenían un paquete de uno o de otro y en fin, se aguantaban. Pero el día que ha pasado, el 12 de octubre, que me parece que es el de Nuestra Señora de la Merced. Bueno, pues Nuestra Señora de la Merced, la virgen de… era el día de los presos y entonces les daban uno o dos platos de lentejas cocidas y no os lo váis a creer… pero yo sí me lo creo, dijo mi hermano que hubo uno que se comió a lo mejor tres platos, pero como estaban tan vacíos y tan eso…conforme se las comían, las tiraban; pero vio a otro, vio a otro detrás de él y las que había echado por el ano, por el culo, iba recogiéndolas y comiéndoselas ¡qué! ¿qué os parece?

Y a mí que me acompañaron, ya no sé el día fijo que fue. Yo iba en compañía de otro amigo, casado con una prima hermana mía. Iba a Barcelona pero entre paréntesis, para que sepáis por lo que me pasó. Los que tenemos así, que te ponen un ojo de cristal, pasa todos los días, pasa como las dentaduras, que te lo tienes que quitar todas  las noches para tener higiene, pues yo también lo hacía, en mi casa. Pero bueno, la higiene que entonces se podía que claro era higiene limitada porque no había tres o cuatro grifos en la casa. En Isso no había ninguno,  más que uno para toda la pedanía, uno en la Placeta, allí en toda la Placeta que aún estará, que no sé si lo habrán quitado. Pues yo, como al llegar allí, mientras hicimos la instrucción, pues resulta que me lavaba un poco pero cuando ya terminamos la instrucción y nos fuimos y nos mandaron a las trincheras allí la higiene estaba ful, porque un nevazo que hubo estuvimos tres días sin suministro y sin agua. No nos podíamos lavar. Pues se me puso el ojo… menos mal que me mandaron al puesto médico que había e inmediatamente una ambulancia ¿sabes dónde estuve? Donde tú estuviste, en Alcañiz. Aquella noche dormí en Alcañiz. Yo dormí y cené en transeúntes. Transeúntes era el sitio militar que a los soldados íbamos allí y nos daban cama. Me hicieron comparecer en Barcelona. Tuve una convalecencia y me mandaron de convalecencia un mes a mi casa en Barcelona, que no pagábamos el billete, ahora eran trenes de estos de… borregueros, y vagones de esos de tablas. Bueno pues estuve un mes y ya, pues se me cumple y estaba este muchacho –estaba casado con una prima hermana que se ha muerto hará año y medio que murió- era muy amigo mío casado con una prima hermana mía. Estaba también de vacaciones. Y ya, pues nos vamos a marchar los dos juntos a Barcelona. Tenía que irse a Barcelona. Y salimos, montamos en el tren, llegamos a Valencia de noche, de noche cogimos también un tren borreguero. No sé si habréis visto, porque ahora el ganado no lo llevan en los trenes, lo llevan en camiones que van más rápidos. Bueno, pues montamos en el tren él y yo. Los que habían eran quintos del 40, íbamos a Barcelona y antes de llegar a Burriana, en Alquerías del Niño Perdido, eso no se me va de la cabeza, en Alquerías del Niño Perdido, que entra recta bastante pronunciada, serían las once y diez u once de la noche, salía de Mallorca un hidroavión. Un hidroavión no puede aterrizar en el… tiene que aterrizar en el agua. Bueno salió y era una noche que había una luna muy clara y enfiló todo el tren y pin pin pin pin. Lo destrozó todo. Y a mí, yo iba durmiendo, porque yo iba durmiendo en una esquina y él en esas puertas corredizas que hay para meter el ganado. Si yo pillo al piloto, me lo como… cosa mal hecha, porque era un soldado y cumplía órdenes… bueno, cuando me desperté es la única vez en mi vida que he pedido yo “Auxilio”, “Auxilio” porque encima de mí había cinco o seis hombres… muertos todos…muertos. Muchachos de la quinta del 40, criaturas de diecinueve años… Yo empecé a pedir auxilio y se atrevieron dos, al grito de auxilio mío, es que, es que… murieron en mis brazos y eso me duele todavía porque era un… al grito de auxilio mío, acudieron dos y me cogieron uno de un sobaco y otro de otro y me tiraron para sacarme porque que es que estaban encima de mí un montón, muertos… sabes… y uno que yo ví que estaba vivo, todavía, uno me acuerdo bien, estaba en un travesaño…de la rotura… y lo toqué… está muerto, éste está muerto. Pero no, estaba vivo aún, lo cogí para ver si lo podemos salvar y sacarlo de allí, por si acaso volvía el avión pero cuando me di cuenta que estaba respirando… le abrí los botones del pecho… ¿sabes?... y murió en mis brazos… y ya fue precisamente en la fecha en que los nacionales cortaron, separaron de Cataluña a la zona ésta, lo separaron de Murcia, de Albacete, de Ciudad Real, de Madrid, todo eso…¿comprendes? Y fue precisamente el día, que si yo hubiera salido un día antes no os hubiera conocido a ninguno… ni a mi mujer tampoco… porque habría llegado a Barcelona y a lo mejor, a mí, a mí me hubiera tocado ¡yo qué sé! La guerra en Francia, La Guerra Mundial, allí, en Francia o donde me hubieran cogido… así qué fíjate… una historia…
No guardo rencor pero a las injusticias sí, a las injusticias sí, que creo que hay, hay, de la tarta ya se ha comido mucho pero hay para todos… a las injusticias, sí, a la avaricia de millones y millones y millones que tienen dos mil y aún quieren cinco mil… y hay que arreglarse con lo que uno puede, pero también hay que colaborar.
Que se acabara la Guerra…y yo estaba trabajando en una industria de guerra aquí. Aquí se hacían sobre cien proyectiles de antiaéreos, donde estaba el edificio éste que han levantado, que ahí estaba entonces el Teatro Olimpia. Era el teatro de verano. Ahí he visto yo películas a diez céntimos.
Qué deseos voy a tener yo a la edad que tengo. Lo único que te digo una cosa, cuando veo criaturas pequeñas ahora y comparo con las que había antes, me da gusto de verlas. Y me da gusto de ver un matrimonio, o una madre o una muchacha o una mujer de veinte años o de 23 años, que va tan orgullosa con su hijo, ¿sabes por qué? Porque lo lleva bien vestido, lo lleva bien alimentado y la criatura va… muchas veces yo paseo y a lo mejor ¡hola!...y eso me hace aquí dentro… pero es que antes no comíamos. Yo estuve pues muchos días comiendo con una mano sola ¿tú sabes lo que es comer con una mano sola? Pues mira que es sencillo eso, porque no tenía pan para comer con la segunda. No había pan ¿sabes? Y el que había cuando había, era malo. Y yo estuve trabajando aquí y después aquí con tantas privaciones que han habido, porque ha habido hambruna aquí como en cualquier sitio, una hambruna que ha durado mucho, pero yo pasaba todos los días y tenía mucha amistad, en un horno y todos los días que pasaba, llegaban y me daban un panecillo y yo venía aquí y comía pan…


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