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Colaboró con este Archivo municipal en un programa realizado para la recuperación de fuentes orales para el estudio de la Guerra civil en Hellín, a través del programa de becas de la Universidad Creativa, organizadas por el Departamento de Juventud del Ayuntamiento de Hellín, en el año 2006.
En octubre de de ese año, Yolanda Eulalia Verdú Cerezo (autora de la foto) y María José López Sánchez, lo entrevistaron en su domicilio. Joaquín nos cuenta cosas que vivió como novedades, cosas muy dolorosas y tristes, y otras extraordinarias. Merece la pena seguir el relato de sus recuerdos.
Sirva este post como pequeño homenaje de agradecimiento a Joaquín y a su familia. Y le agradecemos a él y a todas las personas mayores lo que nos enseñan. Hemos realizado la transcripción de la grabación, lo más fielmente posible.
Podéis escuchar su voz en este enlace:
Entrevista a Joaquín Verdú
O podéis leer la siguiente transcripción de la entrevista:
Yo tenía seis años cuando me dieron la primera bofetá en la
cara y el que me la dio se fue riéndose porque era costumbre cuando se iban al
servicio militar (pues es que entonces me espabilé, un poco, pero… sigo siendo
tonto). Cuando se iban al servicio militar, se despedían de los amigos y además
se les daba una peseta en plata. Eso fue…no sé si fue en el 20 o el 21 del otro
siglo, del siglo pasado; y yo le dije un disparate porque es que me dio una
bofetá, se fue riendo “para que te acuerdes de mí si es que no vuelvo de la
guerra” (se iba a la Guerra de África), eso lo primero.
Me acuerdo, que el primer gramófono que yo vi eran de
aquellos que tenían la trompa ancha, y yo… ¡el bicho ese está hablando! me
asomé a ver si los veía hablar… pero ¿cómo es posible que esto funcione como
funciona y que estén ahí hablando?
¿Cómo se llamaba su padre? Eduardo Verdú González y mi madre
Eulalia García Sánchez y mi abuela materna María Antonia Sánchez Íñiguez y mi
abuela paterna María González Martínez. Mi madre era de Pozohondo y mi padre
era de aquí de Isso. Éramos cinco, quedamos dos. Mi madre tuvo nueve nada más
pero murieron cuatro.
Aquellos tiempos eran muy pobres. Los médicos muy
ignora…bueno, no había otra cosa porque la medicina era muy limitada. La
medicina primitiva que había era, lo primero: cuando te ponías enfermo el
médico te recomendaba, encima que no comíamos más que vegetales, que te
purgaras con ricino, que era mejor que la carabaña.
Allí la escuela entonces no lo admitían a uno hasta que no
tenía 7 años. La escuela estaba a dos kilómetros de mi casa en Isso. Iba por la
mañana, pero no había peligro de los coches porque no había. Podíamos circular
bien por la carretera, volvía, y por la tarde…total ocho kilómetros al día me
andaba yo para ir a la escuela por la mañana y por la tarde.
¿Habréis visto las diligencias? Bueno pues siendo yo pequeño
había una diligencia también que ejercía el servicio postal de la Sierra. No sé
si de Hellín saldría otra para otro sitio. Iba con unas campanillas, unos
caballos, era el servicio postal y el servicio de viajeros, pero a lo mejor no
podían… iba siempre vacía porque entonces la gente viajaba poco…Pues yo, me
gustaba de verla por aquello de que digo ¡oye, qué bonica es! Llega un día que
salgo a ver la diligencia y veo un coche… un autobús entonces y digo pero…pero ¡cómo
es posible ese bicho! ¡si no lleva caballos!
Ése es el primer vehículo de motor que yo * ; el primer vehículo que me
dejó impresionado. Esto existe, pero cómo puede marchar eso sin motor, es decir,
sin caballos.
El primer trabajo es… me coloqué en el restaurante del
Tobarreño ahí en la carretera, ahí había un taller de automóviles porque yo es
que estuve primero estuve con un médico uno o dos años, de quince, pero no me
pagaban, me daban la comida del mediodía y el desayuno por la mañana y ya. Pero
después el hombre me colocó en un taller de reparación de automóviles y ahí
empecé yo a trabajar. Estuve seis meses sin cobrar y el primer sueldo que yo
cobré 1,50 pts y de ahí a cobrar nueve pesetas. Esto era una zona rural. Aquí
en Hellín había alpargateros, había una fábrica, una sombrerería, no sé si lo
habréis oído, de Baquero. ¿Sabes dónde estaba la “Posada del Tonto? A la
derecha, al final, el edificio ése que hay era una posada, pero detrás de ese
edificio estaba la fábrica de sombreros de Baquero, don Antonio Baquero. Yo me
acuerdo cuando iba en pantalón corto y estaba sacando…de estudiante porque
llevaba los libros no como ahora se llevan.
Pues la situación en el campo…muy difícil puesto que los
jornales… mi hermano, al Francisco, al mayor de los que éramos, trabajaba… los
trabajos hoy están mecanizados pero entonces había que trabajar a mano, hacer
todos los trabajos y labrar con un par de mulas; había quien tenía una y tenía
una burra y la hacía labrar. En el año 30, no, en el 31 ya se organizó, que yo
sepa, el sindicato de la UGT , creo que fue, porque yo no he estado sindicado
nunca.
Bueno, durante la Guerra pues estaba todo revuelto en toda
España pero antes de la República del 31 aquí no había mítines políticos
ningunos porque no había más que dos partidos, aquí, yo me refiero aquí, en
estos sitios. Ahora, en las grandes ciudades la gente estaba organizada porque
en esas grandes ciudades para unas cosas fue bueno pero para otras, en tiempos
difíciles, son malas. Allí estaban organizados y nosotros no, aquí no.
Yo me acuerdo de pensar, entonces no había medios de
información, porque ahora tienes cuarenta: teléfonos móviles, todo y además la
televisión. Hay algún caso que pasa por ejemplo en Tokyo, o en Singapor o donde
sea y lo estás viendo aquí. Entonces era la prensa, porque yo me acuerdo un día,
fíjate, que me enteré de la muerte de Joselito de la familia de los toreros del
Guerra. Íbamos nosotros a Pozohondo con mi padre, montados en un carro con un mulo
que teníamos y al pasar, tú sabes dónde estaba la Eléctrica de Chinchilla,
salió un zagal con un periódico publicando la voz, con la cogida y muerte de
Joselito en la plaza de toros de Talavera de la Reina, eso sería en el 20. La
Guerra entonces la había, pero en África.
Creo que si hubiera hombres de buena voluntad, no habría
guerras como todas las guerras que hay, hablando se entiende la gente. La
Guerra de España empezó lo primero, lo fundamental, que la gente no comía como
pasa en muchos sitios, como les pasa a todos estos que vienen en pateras o
vienen de América, es que los expulsan de allí ¿Sabes quién los expulsa? El
hambre. La gente vivía con jornales de dos pesetas, al día, trabajando. Mi
hermano, como he dicho antes, trabajaba cavando con un legón y ganaba 2,75 pts
al día porque tenía trabajo todo el año, le quitaban un real porque le daban
trabajo todo el año.
¿Estuvo usted en el frente? Sí
¿Voluntario? No
¿Le llamaron a filas? Me llamaron a filas porque yo estaba,
estuve en Madrid la primera vez, me pelaron, pero volví al año. El ojo, no
tenía la córnea, el cristalino, me pusieron una cáscara y yo fui precisamente a
un fabricante de ojos artificiales humanos y tú me mirabas y no te enterabas. Y
claro, pero cuando hice el servicio, cuando me llamaron a Albacete al sorteo y
me dejaron para los servicios auxiliares. Los de servicios auxiliares no hacían
el servicio pero cuando estalló la Guerra aquí, yo estaba en mi casa. Mi quinta
estaba incorporada pero yo estaba de servicios auxiliares pero cuando estaba
ya, a lo último que… la última quinta que llamaron fue a los inútiles, a
nosotros, porque ya no había gente. Estaba el 40, el 41, bueno estaba el 35
incorporado, el 36, el 37, el 38, el 39, el 40, ¿sabes? Y el 41. Bueno, pues
cuando ya no había más para incorporarse nos llamaron a nosotros, porque decían
que para apretar el gatillo vale cualquiera. Y yo estuve ocho meses
incorporado. Yo me incorporé en el otoño del 37 y me vine aquí en mayo del 38. Yo
el invierno del 37 lo pasé casi en el frente. El Batallón Hellín eran
voluntarios y yo me fui cuando me llamaron.
Del inicio de la Guerra, os voy a decir cómo me enteré. Uno
que tenía una radio, que entonces podía comprársela, los demás no, no podíamos
comprarnos un aparato de radio me dice un día, me dice: ¿te vienes que voy a
darle agua a mis animales? Y ya, cuando llevábamos un rato, me dice ¿te has
enterado de lo que pasa en África? Digo no…Dice, el General Franco que ha
sublevado contra el ejército, contra la República ¿os queréis creer que os diga
una cosa qué es de verdad? Que aquel día yo, parece ya y hasta la fecha, se
perdió, yo la tranquilidad la perdí ya. Parece que yo, me entró la ésta de que…
España ya no se iba… iba a pasar algo.
Me acuerdo que bombardearon un día, bombardearon en la estación
del ferrocarril. La bombardeó un pájaro, una avioneta, le decían “Paloma
Blanca”. Me enteré yo que se llamaba “Paloma Blanca”. Echó una bomba y yo la oí
pasar.
En la cárcel, pues os voy a contar lo que me contó mi
hermano que había pasado. Él estuvo aquí en el convento de los frailes - no
este de la Gran Vía, el otro – Estuvieron ahí mi padre y mi hermano, que estaba
la cárcel ahí donde está ahora el Cuartel de la Guardia Civil. Ésa era la
cárcel. Yo la he visto hacer. Pues ellos han estado… mi padre estuvo cuatro
años. Terminó en la prisión, ahí, ¿cómo se llama? Ahí en la orilla de la
carretera… en la Loma. Cuatro años terminó. Estuvo en la cárcel en el Convento,
después lo cambiaron aquí a la cárcel y ya desde ahí, el no salió de aquí, se
lo llevaron a la cárcel de La Loma. Eso
era una bodega grande, con mucha anchura. Pero a mi hermano el mayor se lo
llevaron a Salamanca, después estuvo en un campo de concentración en
Extremadura; desde Extremadura se fue, se lo llevaron, me parece que eso
pertenece a Santander, a la cárcel de Arenas de Viguña y desde Arenas de
Viguña se lo llevaron a la tabacalera de
Bilbao y allí pasaron las de Caín. Menos mal que iban 8 o 9 de Isso juntos y
todos los días tenían un paquete de uno o de otro y en fin, se aguantaban. Pero
el día que ha pasado, el 12 de octubre, que me parece que es el de Nuestra
Señora de la Merced. Bueno, pues Nuestra Señora de la Merced, la virgen de… era
el día de los presos y entonces les daban uno o dos platos de lentejas cocidas
y no os lo váis a creer… pero yo sí me lo creo, dijo mi hermano que hubo uno
que se comió a lo mejor tres platos, pero como estaban tan vacíos y tan
eso…conforme se las comían, las tiraban; pero vio a otro, vio a otro detrás de
él y las que había echado por el ano, por el culo, iba recogiéndolas y
comiéndoselas ¡qué! ¿qué os parece?
Y a mí que me acompañaron, ya no sé el día fijo que fue. Yo
iba en compañía de otro amigo, casado con una prima hermana mía. Iba a
Barcelona pero entre paréntesis, para que sepáis por lo que me pasó. Los que
tenemos así, que te ponen un ojo de cristal, pasa todos los días, pasa como las
dentaduras, que te lo tienes que quitar todas
las noches para tener higiene, pues yo también lo hacía, en mi casa.
Pero bueno, la higiene que entonces se podía que claro era higiene limitada
porque no había tres o cuatro grifos en la casa. En Isso no había ninguno, más que uno para toda la pedanía, uno en la
Placeta, allí en toda la Placeta que aún estará, que no sé si lo habrán
quitado. Pues yo, como al llegar allí, mientras hicimos la instrucción, pues
resulta que me lavaba un poco pero cuando ya terminamos la instrucción y nos
fuimos y nos mandaron a las trincheras allí la higiene estaba ful, porque un
nevazo que hubo estuvimos tres días sin suministro y sin agua. No nos podíamos
lavar. Pues se me puso el ojo… menos mal que me mandaron al puesto médico que
había e inmediatamente una ambulancia ¿sabes dónde estuve? Donde tú estuviste,
en Alcañiz. Aquella noche dormí en Alcañiz. Yo dormí y cené en transeúntes.
Transeúntes era el sitio militar que a los soldados íbamos allí y nos daban
cama. Me hicieron comparecer en Barcelona. Tuve una convalecencia y me mandaron
de convalecencia un mes a mi casa en Barcelona, que no pagábamos el billete, ahora
eran trenes de estos de… borregueros, y vagones de esos de tablas. Bueno pues
estuve un mes y ya, pues se me cumple y estaba este muchacho –estaba casado con
una prima hermana que se ha muerto hará año y medio que murió- era muy amigo
mío casado con una prima hermana mía. Estaba también de vacaciones. Y ya, pues
nos vamos a marchar los dos juntos a Barcelona. Tenía que irse a Barcelona. Y
salimos, montamos en el tren, llegamos a Valencia de noche, de noche cogimos
también un tren borreguero. No sé si habréis visto, porque ahora el ganado no
lo llevan en los trenes, lo llevan en camiones que van más rápidos. Bueno, pues
montamos en el tren él y yo. Los que habían eran quintos del 40, íbamos a
Barcelona y antes de llegar a Burriana, en Alquerías del Niño Perdido, eso no
se me va de la cabeza, en Alquerías del Niño Perdido, que entra recta bastante
pronunciada, serían las once y diez u once de la noche, salía de Mallorca un
hidroavión. Un hidroavión no puede aterrizar en el… tiene que aterrizar en el
agua. Bueno salió y era una noche que había una luna muy clara y enfiló todo el
tren y pin pin pin pin. Lo destrozó todo. Y a mí, yo iba durmiendo, porque yo
iba durmiendo en una esquina y él en esas puertas corredizas que hay para meter
el ganado. Si yo pillo al piloto, me lo como… cosa mal hecha, porque era un
soldado y cumplía órdenes… bueno, cuando me desperté es la única vez en mi vida
que he pedido yo “Auxilio”, “Auxilio” porque encima de mí había cinco o seis
hombres… muertos todos…muertos. Muchachos de la quinta del 40, criaturas de
diecinueve años… Yo empecé a pedir auxilio y se atrevieron dos, al grito de
auxilio mío, es que, es que… murieron en mis brazos y eso me duele todavía
porque era un… al grito de auxilio mío, acudieron dos y me cogieron uno de un
sobaco y otro de otro y me tiraron para sacarme porque que es que estaban
encima de mí un montón, muertos… sabes… y uno que yo ví que estaba vivo,
todavía, uno me acuerdo bien, estaba en un travesaño…de la rotura… y lo toqué…
está muerto, éste está muerto. Pero no, estaba vivo aún, lo cogí para ver si lo
podemos salvar y sacarlo de allí, por si acaso volvía el avión pero cuando me
di cuenta que estaba respirando… le abrí los botones del pecho… ¿sabes?... y
murió en mis brazos… y ya fue precisamente en la fecha en que los nacionales
cortaron, separaron de Cataluña a la zona ésta, lo separaron de Murcia, de
Albacete, de Ciudad Real, de Madrid, todo eso…¿comprendes? Y fue precisamente
el día, que si yo hubiera salido un día antes no os hubiera conocido a ninguno…
ni a mi mujer tampoco… porque habría llegado a Barcelona y a lo mejor, a mí, a
mí me hubiera tocado ¡yo qué sé! La guerra en Francia, La Guerra Mundial, allí,
en Francia o donde me hubieran cogido… así qué fíjate… una historia…
No guardo rencor pero a las injusticias sí, a las
injusticias sí, que creo que hay, hay, de la tarta ya se ha comido mucho pero
hay para todos… a las injusticias, sí, a la avaricia de millones y millones y
millones que tienen dos mil y aún quieren cinco mil… y hay que arreglarse con
lo que uno puede, pero también hay que colaborar.
Que se acabara la Guerra…y yo estaba trabajando en una
industria de guerra aquí. Aquí se hacían sobre cien proyectiles de antiaéreos,
donde estaba el edificio éste que han levantado, que ahí estaba entonces el
Teatro Olimpia. Era el teatro de verano. Ahí he visto yo películas a diez
céntimos.
Qué deseos voy a tener yo a la edad que tengo. Lo único que
te digo una cosa, cuando veo criaturas pequeñas ahora y comparo con las que
había antes, me da gusto de verlas. Y me da gusto de ver un matrimonio, o una
madre o una muchacha o una mujer de veinte años o de 23 años, que va tan
orgullosa con su hijo, ¿sabes por qué? Porque lo lleva bien vestido, lo lleva
bien alimentado y la criatura va… muchas veces yo paseo y a lo mejor ¡hola!...y
eso me hace aquí dentro… pero es que antes no comíamos. Yo estuve pues muchos
días comiendo con una mano sola ¿tú sabes lo que es comer con una mano sola?
Pues mira que es sencillo eso, porque no tenía pan para comer con la segunda.
No había pan ¿sabes? Y el que había cuando había, era malo. Y yo estuve
trabajando aquí y después aquí con tantas privaciones que han habido, porque ha
habido hambruna aquí como en cualquier sitio, una hambruna que ha durado mucho,
pero yo pasaba todos los días y tenía mucha amistad, en un horno y todos los
días que pasaba, llegaban y me daban un panecillo y yo venía aquí y comía pan…
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